Alguien me enseñó que no hay que arrodillarse ante nada
ni nadie. Que hay que luchar hasta el fin de mis días y defender a
los míos a toda costa. Me enseñó que rendirse es de cobardes, pero
más cobarde es aquel que abandonado sin antes haber peleado. Me enseñó a
que en la vida hay que ser valiente y tener coraje. Que los obstáculos de la
vida te los pone ella y tu los vas saltando para poder conseguir tu meta. Que
el camino solamente lo puedes elegir, pero una vez cogido ese camino no puede
volverse atrás, pero sí equivocarse para que no vuelva a cometerlo.
Estoy completamente de acuerdo. Tenemos que aprender a no asustarnos, porque no llegaremos a ninguna parte de esa forma.
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